sábado, 23 de febrero de 2013

tierra virgen

      Después de tantos años subiendo por valles y montañas de nuestro Pirineo, todavía quedan sorpresas alucinantes por descubrir.
    La bal de Chistau guarda celosamente rincones solo para quien quiera hacer un poco de esfuerzo. Solo te pide que abras los ojos y los poros de la piel para sentirlos un poco tuyos. Lo demás es disfrute total. Sin nadie. Aparte del silencio , roto por la suerte de oir el despegue del urogallo a dos metros a tu lado, nada más se oye el rugido del Cinqueta al fondo de la bal.
   Ahora, que pase el viento, y la semana que viene, más.




  Saludos. Kike.

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